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martes, 26 de agosto de 2008

Erich Fromm

(23 de marzo, 1900 - 18 de marzo, 1980)

FAMILIA Y NIÑEZ

Erich Fromm nación en Alemania el 23 de Marzo de 1900, en Frankfort del Meno. Su padre fue Naftalí Fromm de 31 años de edad y su madre fue Rosa Krause de 26 años de edad. Ambos provenían de familias con una tradición rabínica.
Su padre fue un comerciante de vinos, y deseó haber sido un rabino. La relación de Erich Fromm con su padre fue ambivalente.

La madre de Erich Fromm estaba muy ligada a su familia, para quien todo lo bueno en Erich provenía de los Krause, y todo lo malo de los Fromm. Ella quería que Erich fuera un pianista.
Erich se sentía como el defensor de su madre, quien siempre lloraba mucho, frente a su padre.

Tres personas especialmente ejercieron una influencia decisiva en Fromm:
- Oskar Sussmann
- Dr. Nehemia Anton Nobel
- Dr. Salman Baruch Rabinkow

Hubo dos experiencias especialmente importantes en su adolescencia:

El suicidio de una amiga por la que sentía una atracción

Al inicio de la 1ª guerra mundial, con la actitud de su maestro de inglés, como una “voz de la razón”


JUVENTUD Y MAESTROS JUDÍOS

Sus primeros maestros judíos fueron:
- Dr. Jakov Horowitz
- Ludwig Krause
- Nehemia Anton Nobel

A través de Nobel, Fromm entró en contacto con Ernst Simon, Franz Rosenzweig, Leo Löwenthal, Martin Buber, Siegfried Kracauer.

También Nobel lo introdujo a la obra de Goethe y Hermann Cohen.
Fromm estudió el bachillerato en Frankfurt. Inició estudios en derecho.
Uno de sus maestros fue Alfred Weber
Los filósofos más importantes para Fromm, fueron Aristóteles, Spinoza y Marx.
Hizo una síntesis entre los pensamientos de Freud y Marx.


DEL TALMUD AL PSICOANÁLISIS

Fromm entró en contacto con el psicoanálisis a través de Frieda Reichmann en 1923.

Posteriormente a través de Georg Grimm conoció el budismo, y luego con Suzuki se introdujo en el budismo Zen, y con N. Mahathera a la mística budista.
Fromm se casó con Frieda Reichmann el 16 de junio de 1926, y cuatro años después se divorciaron, aunque siguieron siendo amigos.
Primero fue miembro de la sociedad psicoanalítica de Viena, y a mediados de los años 20 de la Sociedad Psicoanalítica Alemana.
Fromm tuvo contacto con W. Reich, Karen Horney, G. Groddek, Horkheimer, K. Landauer.

Perteneció a la Escuela de Frankfurt, y se ocupó de la aplicación del psicoanálisis a la sociología.
Posteriormente emigró a los EE UU a principios de los años 30, donde mantuvo un contacto cercano con Harry S. Sullivan, Clara Thompson, entre otros.

Fue fundador junto con otros del Instituto Allanson White.
Desde su tesis doctoral, y posteriormente a lo largo de su obra se puede ver su interés por una psicología social analítica.

Fromm realizó trabajo de campo, primero en Alemania y posteriormente en México.
Una de sus aportaciones más importantes fue el concepto de “Carácter Social”.
Fromm amplió la visión de Freud, al desarrollar los aspectos sociales dentro del psicoanálisis.


SU ESTANCIA EN EE UU Y MÉXICO

Es en su libro “El miedo a la libertad”, (1941), donde hace un planteamiento psicosocial.

Este libró despertó diferentes reacciones en el ámbito psicoanalítico.
Durante su estancia en los EE UU, tuvo diferencias con los antiguos miembros de la Escuela de Frankfurt.

Por su condición de no ser médico, fue relegado en diferentes ocasiones, lo que le llevó a fundar junto con otros el Instituto Allanson White.
Fromm se casa por 2ª ocasión el 24 de junio de 1944, con Henny Gurland.

Por la enfermedad de artritis reumatoide de su esposa, llega a México en 1949, y por invitación de diferentes médicos mexicanos, decide quedarse más de 25 años en nuestro país.
Aquí se organiza y se forma un curso de especialización de psicoanálisis, con la participación de Fromm, y la facultad de medicina de la UNAM.

En nuestro país forma la Sociedad Psicoanalítica Mexicana, que dará lugar posteriormente al Instituto Mexicano de Psicoanálisis.
Estuvo a cargo de la serie “Biblioteca de Psicología” del Fondo de Cultura Económica.

Fundó la revista de “Psicoanálisis, Psiquiatría y psicología”.
Invitó a diferentes personajes del mundo psicoanalítico a dictar conferencias en nuestro país.

Se organizó el III foro Internacional de Psicoanálisis en 1969, en la ciudad de México.
Organizó el primer encuentro entre psicoanálisis y budismo, en Cuernavaca en 1957.

Realizó en nuestro país un estudio de campo acerca del carácter social, que se publicó como “Sociopsicoanálisis del campesino Méxicano”. Gran parte de su obra la desarrolló durante su estancia en México. En 1974 parte de México sin despedirse, para radicar en Locarno, Suiza, donde muere en 1980.


Fuente: por Dr. Pablo Varela Fregoso, en Instituto Mexicano de Psicoanálisis A.C.

Lectura recomendada:

En el sector archivos del grupo Letra Universal: El arte de amar

sábado, 2 de agosto de 2008

Jean Piaget

Jean Piaget fue un célebre científico suizo que trabajó durante muchos años en Francia. Doctorado en Filosofía y Psicología, ocupó la cátedra sobre tales especialidades en las Universidades de Neuchatel, Ginebra, Lausana y Sorbona. Cuando murió era el más célebre y destacado psicólogo de niños del mundo entero. Fue durante muchos años director del Instituto Jean-Jaques Rousseau de Ginebra, cargo en el cual había sido designado en 1929. Aunque su influencia en el continente europeo fue muy grande, en el mundo psicológico anglosajón su repercusión no apareció hasta fines de la década de 1950, debido en parte a su insistencia en explorar el mundo interior infantil, lo cual chocaba con el conductismo de aquella época.

Piaget afirmaba que el pensamiento de los niños es de características muy diferentes del de los adultos. Con la maduración se producen una serie de cambios sustanciales en las modalidades de pensar, que Piaget llamaba metamorfosis, es una transformación de las modalidades del pensamiento de los niños para convertirse en las propias de los adultos.
Para explorar los procesos de pensamiento (especialmente la atención y la inteligencia) de los niños, Piaget recurrió al método fenomenológico. Este método es por naturaleza subjetivo y demanda de una interpretación por parte del investigador. La exploración del desarrollo cognitivo era para Piaget el camino más provechoso para efectuar aportaciones a la epistemología. Este desarrollo es el crecimiento que tiene el intelecto en el curso del tiempo, la maduración de los procesos superiores de pensamiento desde la infancia hasta la edad adulta.

Según Piaget, las etapas del desarrollo cognitivo son: 1) etapa sensorio-motora (0-2 años) donde los niños muestran una vivaz e intensa curiosidad por el mundo que les rodea, su conducta está dominada por las respuestas a los estímulos; 2) etapa preoperacional (2-7 años) en la que el pensamiento del niño es mágico y egocéntrico, creen que la magia puede producir acontecimientos y los cuentos de hadas l es resultan atrayentes, además se cree el centro de todos los sucesos, que todas las cosas giran en torno a él, resultándole muy difícil ver las cosas desde otro punto de vista; 3) etapa de las operaciones concretas (7-11 años), el pensamiento del niño es literal y concreto, puede comprender que 8+11=19, pero la formulación abstracta, como la de una ecuación algebraica, sobrepasa su captación, y 4) etapa de las operaciones formales en el nivel adulto, es capaz de realizar altas abstracciones y efectuar (11-15 años), aquí el niño ingresa inferencias, es la etapa correspondiente a las facultades superiores de los seres humanos.

En la psicología actual está teniendo lugar una "revolución cognitiva". En los últimos tiempos ha renacido el interés por la cognición, la formación de conceptos y el pensamiento y gran parte de este entusiasmo es atribuible a la influencia de Piaget.

Autor prolífico, Piaget publicó varios libros sobre el desarrollo mental infantil. Entre ellos cabe mencionar El lenguaje y el pensamiento en el niño (1926), La construcción de lo real en el niño (1954), El desarrollo de la noción del tiempo en el niño (1969), De la lógica del niño a la lógica del adolescente (1955), Introducción a la epistemología genética (1950) y Epistemología y psicología de la identidad (1968).

Carl Ransom Rogers

(1902-1987)

Carl Ransom Rogers nace en enero del 1902 en Oak Park, en un suburbio de Chicago. Es el cuarto de seis hermanos. Su padre era un ingeniero civil y su madre era ama de casa.

Estudió en la Universidad de Wisconsin para obtener una licenciatura en Agricultura. Posteriormente cambia para estudiar Historia. Durante este tiempo, es seleccionado de entre diez estudiantes para ir a China, a la Conferencia de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos por seis meses. Allí empieza a dudar sobre sus puntos de vista religiosos y a su vuelta comienza a asistir a los Seminarios de Unión Teológica, una institución religiosa muy liberal.
Finalmente Rogers cambia nuevamente de parecer e ingresa al programa de Psicología Clínica de la Universidad de Columbia, ejerciendo como psicólogo desde el año 1927 y recibe su doctorado en 1931. Comienza su trabajo en la Sociedad de Rochester para la Prevención de la Crueldad Infantil, hasta 1940.

Llegó a ser presidente de la Asociación Psicológica Norteamericana y estuvo muy vinculado durante años a la Universidad de Chicago como profesor de Psicología y miembro activo de su Centro de Asesoramiento Psicológico. Es el creador de la terapia centrada en el cliente, que pone el acento en la importancia de la capacidad de cada individuo para el cambio y el crecimiento personal. Las premisas de esta terapia han llegado a influir en la comunicación entre parejas y en las relaciones entre padres e hijos. Su temática básica es la consideración positiva incondicional de la otra persona. Si la conducta de ésta se considera perturbadora, debe evaluarse la conducta en sí (y aun criticarla si es necesario), pero no someter a juicio la personalidad del otro. Así, se le aconsejará a una madre que le diga a su hijo: "Tu cuarto está bastante desordenado; por favor, trata de arreglarlo un poco", y no: "Eres un chico sucio y desordenado".

Rogers ha sido una de las figuras rectoras de la Psicología Humanística, y ha tenido muchos continuadores. Sus escritos sugieren intensamente que las personas son capaces de resolver sus propios problemas, que son actores significativos de su destino y que la comunicación entre la gente puede mejorar aplicando determinados principios.

Entre los libros de Rogers pueden mencionarse Psicoterapia centrada en el cliente (1951), El proceso de convertirse en persona (1961) y A Way of Being (1980).

jueves, 31 de julio de 2008

Burrhus Frederic Skinner

(1904-1990)

Burrhus Frederic Skinner nace en un pequeño pueblo de Pennsylvania llamado Susquehanna, el 20 de marzo de 1904. Su padre era un abogado y su madre ama de casa. Durante su crecimiento fue matizado con la idea del trabajo duro y las costumbres muy tradicionales. Estudió en Hamilton College y eligió la Biología durante el primer año de carrera ya que le interesaba el comportamiento animal. Finalmente prefirió decantarse por la Psicología y argumentó que esta es una rama experimental de la ciencia natural, donde es posible controlar y predecir la conducta si se hace bajo una observación directa y en condiciones experimentales de estímulo-respuesta. Quiere prescindir completamente de la conciencia y de la introspección del Psicoanálisis.
Pionero en el análisis experimental de la conducta humana, junto con otros intelectuales de la época fundó la revista "Journal of the Experimental Analysis of Behavior". Profesor en la Universidad de Harvard desde 1948, introdujo en el programa de clases un curso sobre Ciencia y Comportamiento Humano. Fue el descubridor del Condicionamiento Operante. Fue también una de las figuras más importantes del conductismo.

En el año 1939 desarrolló el Proyecto Pigeon que era un sistema de misiles guiados mediante palomas. En aquella época no se conocía el radar y diseñó este proyecto para poder guiarlos hasta el objetivo.

Skinner también es conocido por su proyecto la Caja de Skinner (Baby box), que construyó al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuando tubo a su segunda hija, en la cual puso a prueba su experimento. Consistía en ponerla a dormir o descansar en una caja especial diseñada por él, y en vez de abrigar a la niña con ropa y ponerla en una cuna, en esta caja la temperatura estaba regulada por aire caliente movido por convección. Así estuvo Julie durante los dos y medio primeros años de su vida. Finalmente la niña se vio que gozaba de muy buena salud.

otros campos de trabajo en los que estuvo realizando estudios con niños autistas y también en el campo de la enseñanza programada. Analizó la problemática de la enseñanza y diseñó series de refuerzo para ser usadas como métodos de estudio, así como una máquina para aprender ortografía y aritmética.

En sus teorías formales no aplica en absoluto las concepciones del sentido común, según las cuales todo ser humano es consciente y autónomo. En uno de sus libros, Más allá de la libertad y la dignidad (1971), aduce que el concepto de hombre autónomo, que en esencia significa que el ser humano tiene libre albedrío, ha caducado, porque carece de utilidad para predecir y controlar la conducta. Dice que la conducta es conformada por sus propias consecuencias.

Skinner se centra principalmente en los aspectos mecánicos y automatizados del comportamiento humano. En sus teorías no aplica las concepciones del sentido común, según las cuales todo ser humano es consciente y autónomo. En uno de sus libros, Más allá de la libertad y la dignidad (1971), dice que el concepto de hombre autónomo, que en esencia significa que el ser humano tiene libre albedrío, ha caducado, porque carece de utilidad para predecir y controlar la conducta. El tema central de su obra es que la conducta es conformada por sus propias consecuencias. Hacemos lo que nos rinde o retribuye, nos abstenemos de hacer lo que no nos rinde o retribuye.

Skinner muere de leucemia en de agosto de 1990.

Entre los libros de Skinner cabe mencionar La conducta de los organismos (1938) Walden II (1948) y Sobre el conductismo (1974).

Edward Lee Thorndike

(1874-1949)

Edward L. Thorndike fue profesor de psicología durante más de treinta años en el Teachers College de Columbia, Estados Unidos. Lo que más atrajo su interés fue la teoría del aprendizaje, y se cuenta entre los importantes precursores del conductismo. Watson se fundó en gran parte en la obra de Thorndike y en la de Pavlov. El interés de Thorndike por la psicología apareció después de un curso en la Universidad de Harvard donde tuvo de profesor a William James. Los primeros experimentos de Thorndike sobre el aprendizaje, en que los sujetos experimentales eran pollitos, fueron realizados justamente en el sótano de la casa de James, para deleite de los hijos de éste.
Las numerosas fábulas y relatos tradicionales que cuentan maravillas de la inteligencia de los animales no impresionaban a Thorndike, quien por el contrario sostenía que nadie se había ocupado de describir la estupidez animal. Por cada perro que encuentra el camino de regreso al hogar -decía-, hay quizás un centenar que se pierden. Sostenía Thorndike que los animales no razonan ni avanzan en la resolución de problemas mediante súbitos estallidos de introvisión, sino que aprenden de una manera más o menos mecánica, partiendo de un método de ensayo y error. Las conductas que les resultan fructíferas y gratificantes se "imprimen" en el sistema nervioso.

Según Thorndike, el aprendizaje se componía de una serie de conexiones entre un estímulo y una respuesta, que se fortalecían cada vez que generaban un estado de cosas satisfactorio para el organismo. Esta teoría suministró las bases sobre las que luego Skinner construyó todo su edificio acerca del condicionamiento operante.

Más adelante, Thorndike aplicó sus métodos para el adiestramiento de animales a niños y jóvenes, con éxito sustancial, y llegó a tener gran predicamento dentro del campo de la psicología educativa. Su obra Educational Psychology (Psicología educacional) fue publicada en 1903, y al año siguiente se le concedió el grado de profesor titular. Otro de sus influyentes libros fue Introduction to the Theory of Mental and Social Measurements (Introducción a la teoría de las mediciones mentales y sociales) de 1904. En la actualidad se reconoce a Thorndike como una figura señera en los comienzos del desarrollo de los tests psicológicos.

Lev Semiónovich Vygotsky

(1896-1934)

Lev Semiónovich Vygotsky nació el 17 de noviembre de 1896 en Orsha, Bielorrusia. Su padre era representante de una compañía de seguros y su madre, aunque tenía formación como maestra, ejerció de ama de casa dedicándose por entero al cuidado de sus ocho hijos.

Vygotsky se educó con tutores privados y terminó sus estudios de secundaria con honores, estudiando posteriormente leyes en la Universidad de Moscú.

Trabajó como profesor de literatura en Gomel desde que terminó sus estudios en 1917 hasta el año 1923. Más tarde fundó un laboratorio de psicología en esta misma escuela, donde dio numerosas conferencias que dieron pie a su obra de Psicología Pedagógica.
Vygotsky trabajó también en Moscú en el Instituto de Psicología. Por aquellas épocas sus ideas divergían mucho de las principales corrientes psicológicas europeas, como la introspección y el conductismo estadounidense, tampoco creyó en la Gestalt alemana, que consistía en estudiar las conductas y experiencias como un todo.

Vygotsky consideró de gran importancia la influencia del entorno en el desarrollo del niño, criticando así a Piaget por no darle la suficiente importancia al mismo. Para él los procesos psicológicos son cambiantes, nunca fijos y dependen en gran medida del entorno vital. Creía que la asimilación de las actividades sociales y culturales eran la clave del desarrollo humano y que esta asimilación era lo que distingue a los hombres de los animales.

Remarcó en numerosas ocasiones la importancia del estudio de la gramática en las escuelas, donde el niño toma conciencia de lo que está haciendo y aprende a utilizar sus habilidades de forma consciente. Para acceder a la conciencia es necesario analizar los procesos como si no fueran objetos fijos, utilizando el método explicativo de las relaciones causales y centrare en los procesos por los cuales se forman los procesos cognitivos superiores. La conciencia debemos abordarla en conexión con la conducta, que a su vez es la piedra angular de la actividad humana.

Las investigaciones Vygotsky se centran en el pensamiento, el lenguaje, la memoria y el juego del niño. Al final de sus días trabajó sobre problemas educativos.

En su teoría podemos encontrar varias ideas importantes, en primer lugar el lenguaje es un instrumento imprescindible para el desarrollo cognitivo del niño, posteriormente la conciencia progresiva que va adquiriendo el niño le proporciona un control comunicativo, además el desarrollo lingüístico es independiente del desarrollo del pensamiento. También defendió la combinación de la neurología y fisiología en los estudios experimentales de los procesos de pensamiento

Vygotsky murió de tuberculosis con sólo 38 años.

Algunas de sus obras más famosas son Pensamiento y Lenguaje y La mente en la sociedad.

John Broadus Watson

(1878-1958)

Considerado el creador del conductismo, John Broadus Watson durante toda su vida fue enemigo de las ideas imprecisas y de las investigaciones descuidadas. Consideraba que las teorías de Freud eran muy vagas. Según él, para salir de los oscuros y tenebrosos senderos de la filosofía especulativa y de la psicología subjetiva debía seguirse el camino del conductismo, escuela de psicología para la cual el concepto de conciencia no era útil ni necesario en la descripción, explicación, predicción y control de la conducta.

Watson propuso para la psicología un ambicioso programa de investigación, que hacía hincapié en la recolección de datos mediante experimentos bien diseñados.
Entendía que la finalidad de esta ciencia era poder predecir la respuesta de un organismo frente a un estímulo determinado. A esto se lo llama a veces la "psicología del estímulo-respuesta" (Psicología E-R). Esta psicología presta escasa atención a los pensamientos y sentimientos. El prestigio de que gozó Watson dio un notorio impulso al estudio del aprendizaje, convirtiéndolo en una de las esferas principales de la psicología contemporánea. Fue elegido presidente de la Asociación Psicológica Norteamericana en 1915.

Según él, para salir de los oscuros y tenebrosos senderos de la filosofía especulativa y de la psicología subjetiva debía seguirse el camino del conductismo, escuela de psicología para la cual el concepto de conciencia no era útil ni necesario en la descripción, explicación, predicción y control de la conducta.

Tuvieron particular influencia en Watson las investigaciones de Ivan Pavlov y de Edward L. Thorndike, que subrayaban la importancia del concepto general de aprendizaje. La conducta, según estos autores, no procede de instintos ni de ningún otro factor o elemento innato, sino que se adquiere merced al condicionamiento. El prestigio del que gozó Watson dio notorio impulso al estudio del aprendizaje, convirtiéndolo en una de las esferas principales de la psicología contemporánea.

Watson trabajó también en la puericultura y en la educación infantil. Recomendaba que a los bebés se los criara de una manera muy organizada y sistemática, de modo tal que fueran condicionados conforme a un plan, en la dirección deseada por sus padres. Aconsejó, además, que no se le transmitieran demasiadas "efusiones sentimentales", pues según él éstas no contribuían a formar el carácter.

Los puntos de vista de Watson sobre el desarrollo humano tuvieron gran repercusión en las décadas de 1920 y 1930, pero en la actualidad ya no se lo estima en igual medida.

Entre sus libros pueden mencionarse Psychology from the Stand-point of a Behaviorist, Behaviorism (1925) y Psychological Care of the Infant and Child (1928).

miércoles, 30 de julio de 2008

Hans Jürgen Eysenck

(1916-1997)

Eysenk era un psicólogo británico de origen alemán. Estudió en la Universidad de Londres, Dijon y Exeter. Fue profesor de psicología en la Universidad de Londres y ejerció de psicólogo en el Hospital de Londres desde 1955.

Se interesó por el estudio de la personalidad y elaboró diversos cuestionarios y tests psicológicos. Uno de ellos es el llamado personality Inventori (1959), que es un cuestionario que evalúa dos dimensiones de la personalidad humana: el neuroticismo y la extroversión.

Eysenk estudió la personalidad en aquellos rasgos o factores que son genéticos, heredables. Esto representará aislar aquellos factores que no cambian, que son estables y que forman parte de la estructura de la personalidad. A pesar de que son factores genéticos o hereditarios, al estar éstos en contacto con el entorno, se pueden atenuar o acentuar, según el caso. Aislando estos factores genéticos podemos alcanzar la estructura más profunda de la personalidad, la más primitiva.

Para él la personalidad tiene cuatro planos: un primer plano donde aparecen reacciones específicas, que son un plano inferior de la conducta y reacciones que sólo observamos una vez, que pueden o no ser características de la persona. Un segundo plano de hábitos que serían conductas un poco más estables o formas análogas de reacciones que tenemos los humanos. Un tercer plano que surge de la interrelación de los hábitos que salen de los factores de personalidad con los factores de primer orden, y un cuarto plano que son las interrelaciones de todos los factores y es la globalidad de la personalidad.

También intentó combinar la búsqueda neurológica con la búsqueda psicológica de la personalidad. Eysenck no tiene un sistema puramente estadístico. Describe los individuos en función del grado según sea más o menos neurótico (desordenado, sugestionable, hipocondríaco,...). El grado en que se es extra o introvertido y el grado en que la persona es realista o psicótica.

Eysenck configuró la personalidad en factores bipolares y unipolares.

Max Wertheimer

(1880-1943)

Max Wertheimer era un psicólogo alemán y fue el creador de la psicología de la Gestalt. Enseñó en la Universidad de Francfort y allí llevó a cabo el primer experimento de esta nueva psicología. Dicho experimento se basaba en el fenómeno del movimiento aparente, al que denominó fenómeno fi. El fenómeno fi tiene lugar cada vez que asistimos a una proyección cinematográfica: una serie de fotografías aisladas estáticas adquieren movimiento para la percepción si se las presenta de determinada manera. Utilizando a tal fin un taquistoscopio, pudo probar que el fenómeno dependía de ciertos intervalos de tiempo críticos; y lo que es más importante, sostuvo que no podía explicárselo a partir de los elementos sensoriales aislados ni de ninguna otra serie de elementos psicológicos. Se trataba de una experiencia irreductible, en la cual la Gestalt o configuración total precedíaa las partes. Con esta argumentación se opuso abiertamente a la escuela del estructuralismo y a las enseñanzas de Wilhelm Wundt.

Wertheimer estableció una serie de leyes de la organización perceptual, basándose en que las organizaciones perceptuales son innatas. Nuestra tendencia a percibir objetos al modo de configuraciones o totalidades organizadas es un elemento dado, que procede de la manera en que el sistema nervioso humano procesa los datos. La psicología de la Gestalt, pues, se funda básicamente en la doctrina del innatismo.

Cuando participaron en aquel primer experimento, Köhler y Koffka no conocían su finalidad. Al terminar la experiencia, Wertheimer les explicó de qué se trataba, y a partir de entonces se convirtieron en entusiastas partidarios de la psicología de la Gestalt, y trabajaron empeñosamente para difundir sus postulados. Con el tiempo, estos tres investigadores emigraron a Estados Unidos y fundaron la escuela de la Gestalt en este país.

Cuando aún residía en Alemania, Wertheimer entabló amistad personal con Albert Einstein y con la colaboración de éste sometió a estudio sus procesos creadores desde el punto de vista de la psicología de la Gestalt. Pudo demostrar así que a menudo la inspiración le venía a Einstein bajo la forma de una grandiosa idea (en esencia, una Gestalt), y que sólo posteriormente derivaba de ella los pormenores (p. ej., una fórmula específica). Wertheimer incluyó su análisis de los procesos creativos de Einstein en su libro Productive Thinking (1959).

Wertheimer estableció una serie de leyes de la organización perceptual, como la del cierre y la de la relación figura-fondo. Una premisa básica de ambas es que estas organizaciones perceptuales son innatas. Nuestra tendencia a percibir objetos al modo de configuraciones o totalidades organizadas es un elemento dado, que procede de la manera en que el sistema nervioso humano procesa los datos. La psicología de la Gestalt, pues, se funda básicamente en la doctrina del innatismo.

Aplicando sus ideas a la psicología de la educación, Wertheimer sostuvo que era preciso enseñar a los niños conceptos globales, que contribuyeran a su intelección general, antes que inculcarles los detalles; porque cuando los pormenores les son enseñados primero, a menudo los alumnos se confunden y no logran comprender el significado de lo que aprenden.

Wertheimer ejerció mucha gravitación en el medio científico pese a no ser un autor prolífico; en realidad, la difusión de la psicología de la Gestalt procede más bien de los escritos de Köhler. Dos importantes publicaciones de Wertheimer son su artículo germinal Estudios experimentales sobre la percepción del movimiento, publicado en Alemania en 1912, y el ya mencionado libro Productive Thinking (1959).

martes, 29 de julio de 2008

Wilhelm Wundt

(1832-1920)

Wilhem Wundt creó el primer laboratorio científico de psicología en 1879, y es a partir de este momento cuando aparece la Psicología Científica, antes la psicología no se consideraba más que una rama de la filosofía. Wundt fue profesor de medicina y fisiología humana de la Universidad alemana de Leipzig, y le interesaba conocer tanto los problemas fisiológicos como los filosóficos que forman la base de la psicología. Filósofo, fisiólogo y psicólogo, fue el fundador del Estructuralismo. En este laboratorio estudia las sensaciones a un nivel muy elemental, como el calor y el frío. Escribió el libro Fundamentos de la Psicología Fisiológica uno de los libros más citados dentro de la psicología. Para Wundt hay dos aspectos esenciales en el comportamiento: lo objetivo (lo que vemos y sentimos) y lo subjetivo (cómo captamos aquello que estamos percibiendo).
Con esta nueva psicología experimental se describe por primera vez el tiempo de reacción, que es lo que tarda el organismo en reaccionar a un estímulo determinado. También se descubren las primeras localizaciones cerebrales, base somática de la conducta y surge la idea de enfermedades mentales como enfermedades del cerebro, algo fisiológico. Wundt era un individuo con vastos intereses intelectuales. Por ejemplo, entre 1900 y 1920 publicó una obra de diez volúmenes titulada Psicología de los pueblos, en la que examinaba el desarrollo psicológico de la humanidad.

Wundt fue muy influido por John Locke y por el empirismo inglés en general. Creía que el propósito primordial de la psicología era estudiar el modo en que las asociaciones de sensaciones e ideas simples dan origen a las ideas complejas. Y para este estudio, entendía que la herramienta adecuada era la introspección, proceso que requiere del sujeto (entrenado a tal efecto) observar lo que ocurre en su propia conciencia y dar cuenta de esos descubrimientos.

El estructuralismo gozó de gran prestigio durante casi treinta años; no obstante, a la larga fue atacado desde múltiples ángulos, y para la época en que Wundt era un anciano, se lo consideraba ya caduco como escuela psicológica.

Otros de sus libros fueron Psicología fisiológica (1880) y Esquema de psicología (1896).

martes, 15 de julio de 2008

Sigmund Freud

Sigmund Freud nació en mayo de 1856 en Freiberg pequeña ciudad de lo que es hoy actualmente Checoslovaquia, pero que pertenecía a la sazón del Imperio austro-húngaro. Murió en 1939, en Londres, ciudad a la que se traslado debido a los avances del nazismo , ya que era de ascendencia judía.

Sus años de experiencia psicoanalítica los realizó en Viena, donde, sin embargo, sus teorías no habrían de tener muy buena acogida durante los primeros años de su trabajo, especialmente entre los círculos médicos ; a pesar de ser el mismo graduado en medicina y especialista en neurología. El legado de sus investigaciones no se centra en la medicina como tal, sino que deben su reconocimiento histórico a la elaboración de un método que parte del inconsciente para tratar las enfermedades mentales : el psicoanálisis.

Freud abandonó pronto sus investigaciones neurológicas para dedicarse de pleno al estudio de los entonces llamados <>, percatándose rápidamente de lo incorrecto de las terapias utilizadas para la rehabilitación de estos enfermos. Utilizó la hipnosis durante un cierto tiempo pero descartó esta técnica terapéutica tras comprobar que sus efectos sólo se mantenían mientras el enfermo permanecía bajo la sugestión hipnótica ; una vez desaparecía está, volvían a reaparecer los mismos síntomas patológicos.

Su gran oportunidad le llegaría con una beca que le permitió ir a París para estudiar con Charcot, célebre especialista de enfermedades nerviosas que trabajaba en el hospital parisino de la Salpêtrière, dónde había llevado a cabo, tras numerosas investigaciones, una observación sorprendente, y que habría de interesar mucho a Freud : en todos los historiales clínicos de las histerias siempre aparecía la sexualidad como problema. Años después, Freud publicó Estudios sobre la histeria, y, en numerosos trabajos posteriores la relación de la histeria con problemas sexuales quedó definitivamente establecida.

A principios del siglo (1900), publicó La interpretación de los sueños, extentísimo libro donde Freud desarrollaba una tesis fundamental <>.

Los primeros años de trabajo fueron años de aislamiento, y durante ellos Freud llegó a una serie de conclusiones fruto de sus estudio e investigación : fundación e importancia de los sueños, división de la estructura psíquica en consciente e inconsciente, existencia de la sexualidad infantil, etcétera. Todas estas investigaciones promovieron el escándalo, y lo sumieron aún mas en la soledad y el aislamiento.

Poco a poco, se fue abriendo camino y empezó a organizar en torno suyo a sus primeros seguidores, con los que formó, en 1902, el núcleo original y, posteriormente, se formaría la sociedad psicoanalítica de Viena. En 1908 se celebraba en Salzburgo (Austria) , el primer congreso mundial de psicoanálisis. A partir de este momento, se fueron organizando en numerosas ciudades europeas sociedades de psicoanálisis.

Pero, junto a esta aceptación del psicoanálisis, se iniciaron también las primeras divergencias teóricas entre psicoanalistas . Así Alfred Adler y Carl G. Jung se apartaron de la ortodoxia freudiana ; Adler separándose del concepto de inconsciente colectivo, en el que la sexualidad no desempeña el papel determinante en la formación de la personalidad, como en la obra de Freud.

En 1938 Freud hubo de emigrar a Londres ante la ocupación nazi de Viena ; sus libros fueron quemados y destruidos y, poco después, fallecía víctima de un cáncer de mandíbula.

Fuente: Enciclopedia Autodidactica oceano Color, en Monografías.com

lunes, 26 de mayo de 2008

Adler Alfred

Nace el 7 de Febrero de 1870 en Viena (Austria), y muere el 28 de Mayo de 1937 en Aberdeen (Escocia). Se graduó en Medicina, en 1985, donde comenzó a trabajar de oftalmólogo en 1897. Más tarde hizo prácticas como internista. Su primer encuentro con Freud se produce en 1899. Adler defendió las ideas de Freud en la Escuela vienesa de Medicina, en los círculos médicos locales y en la prensa. Desde 1902 participó en una pequeña tertulia organizada en casa de Freud. Escribe (1904) "El doctor como educador”. Ya por esta época Adler, a petición de Freud, desiste de su primera decisión de romper con el circulo. En 1907 escribió su monografía sobre la inferioridad de un órgano y su compensación psíquica: "Estudio sobre la inferioridad de los órganos y su compensación psicológica”. En 1908 da una conferencia en Viena sobre "el instinto de agresión”. En 1910 es nombrado presidente de la rama vienesa de la asociación psicoanalítica. Edita, junto con Freud y Steckel en 1910 "Revista de psicoanálisis", siendo Adler su director. Entre enero y febrero de 1911 dicta cuatro conferencias que constituyen "una crítica sobre la teoría sexual de Freud en la vida mental". Al terminar la cuarta conferencia la mayoría de los freudianos presentes decidieron, pese a la opinión contraria de Steckel, seguir siendo miembro de la sociedad psicoanalítica, pero advirtiéndole de no rechazar la teoría sexual de Freud. En agosto de 1911 anuncia en la editorial de la Revista de psicoanálisis su renuncia a formar parte del consejo editorial, lo que marcó su retirada del movimiento psicoanalítico. En 1912 se publicó "El carácter neurótico”. En este trabajo Adler establece la "psicología individual" como teoría de la unidad del individuo que tiende a metas finales de carácter inconsciente.

En esta obra desarrolla el tema de la compensación infantil al sentimiento percibido de inferioridad mediante distintas estrategias hacia una meta final (de superioridad). En sus obras posteriores Adler desarrollo su modelo psicológico centrado en las influencias del medio social y familiar en el carácter del sujeto, en conjunción con sus construcciones subjetivas de sus experiencias; conjunción que desemboca en el "Estilo de Vida" inconsciente, rector del psiquismo humano. Después de la primera guerra mundial, organizó las clínicas de orientación de niños en Viena, siendo propiamente el primer psicólogo/psiquiatra infantil de nuestra era. Entre 1927-28, Adler dio una serie de conferencias en los Estados Unidos. El modelo de la psicología adleriana concibe la psicopatología como expresión extrema del egocentrismo del sujeto contra los intereses de la cooperación social. La psicoterapia y la pedagogía adleriana tiene como finalidad el desarrollo de la cooperación humana salvando los obstáculos que impone el estilo de vida hacia la compensación de la inferioridad percibida. La psicología individual parte de la idea de que el hombre es un individuo que se mueve hacia una meta determinada y defiende el estudio del enfoque teleológico (hacia fines) que investiga la meta de una persona de tipo inconsciente. Las metas son construidas subjetivamente ya en la época infantil, influida por el ambiente o constelación familiar, y por la aspiración del niño

a compensar su sentimiento de inferioridad. La relación entre la meta y los modos de alcanzarla configuran la personalidad del sujeto.

Otras de las obras de Adler son: "La práctica y la teoría de la psicología individual" de 1920, "Comprensión de la naturaleza humana" de 1928-1930, "La educación de los niños" de 1929, "Superioridad e interés social" (obra póstuma de 1965).

Fuente: Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos

El sentido de la vida

PREÁMBULO
El hombre sabe mucho más de lo que comprende. ADLER

En mi calidad de consejero médico de enfermedades psíquicas y de psicólogo y educador en el seno de escuelas y familias he tenido en mi vida continuas ocasiones de observar un inmenso material humano. Ello me ha permitido mantenerme fiel a la tarea que me impuse de no afirmar en absoluto nada que no pudiera ilustrar y demostrar por experiencia propia. No es de extrañar, pues, que en ocasiones resulten rebatidas por mí opiniones preconcebidas de otros autores que no han tenido la oportunidad de observar, tan intensamente como yo, la vida humana. No obstante, nunca he dejado de examinar, ni por un instante, con serenidad y con calma, las objeciones de los demás, cosa que puedo hacer con tanta más facilidad cuanto que no me considero atado a ningún precepto riguroso ni a prejuicio alguno. Por el contrario, me atengo al principio de que todo puede ocurrir también de distinta manera. Lo singular del individuo no es posible englobarlo en una breve fórmula, y las reglas generales que establecí en la Psicología individual por mí creadas, no aspiran a ser sino simples medios auxiliares susceptibles de proyectar una luz provisional sobre un campo de exploración en el que el individuo concreto puede, o no, ser hallado. Esta valoración de las reglas psicológicas, así como mi acentuada tendencia a adaptarme y a penetrar por empatía (1) en todos los matices de la vida anímica, acentuó cada vez más mi convicción en la libre energía creadora del individuo durante su primera infancia y su correlativa energía posterior en la vida tan pronto como el niño se ha impuesto para toda su vida una invariable ley de movimiento.
Dentro de esta manera de ver, que abre camino libre a la tendencia del niño hacia la perfección, la madurez, la superioridad o la evolución, caben las diversas influencias propias tanto de las aptitudes innatas (comunes a toda la Humanidad o en cierto modo modificadas) como del ambiente y de la educación. Todas estas influencias forman el material de que se sirve el niño para construir, con lúdico arte, su estilo de vida.
Pero estoy asimismo persuadido de que el estilo vital engendrado en la infancia sólo podrá resistir a los embates de la vida a condición de que se halle adecuadamente estructurado sub specie aeternitatis. Y es que se enfrenta a cada paso con quehaceres y problemas totalmente nuevos, que no podrían ser resueltos ni mediante reflejos ensayados (los reflejos condicionados) ni mediante aptitudes psíquicas innatas. Resultaría excesivamente aventurado exponer a un niño a las pruebas del mundo sin más bagaje que el de esos reflejos y esas aptitudes, que nada podrían frente a los problemas constantemente renovados. La más importante tarea quedaría siempre reservada al incesante espíritu creador que, ciertamente, ha de actuar dentro del cauce que le impone el estilo de vida infantil. Por este mismo cauce discurre, también, todo lo que las distintas Escuelas psicológicas han designado con algún nombre: instintos, impulsos, sentimientos, pensamientos, acción, actitud frente al placer y al dolor y, por fin, el amor a sí mismo y el sentimiento de comunidad. El estilo vital recae sobre todas las formas de expresión, el todo sobre las partes. Si algún defecto existe, se manifestará no en la expresión parcial, sino en la ley del movimiento, en el objetivo final del estilo de vida.
Esta noción me ha permitido comprender que toda la aparente causalidad de la vida anímica obedece a la propensión de muchos psicólogos a presentar al vulgo sus dogmas bajo un disfraz mecanicista o fisicista: ora es una bomba de agua la que sirve de término de comparación, ora un imán con sus polos opuestos, ora un animal en grave aprieto que lucha por la satisfacción de sus necesidades más elementales. Con este enfoque poco puede en verdad captarse de las fundamentales diferencias que ofrece la vida anímica del hombre. Desde que incluso la propia Física les ha escamoteado ese concepto de causalidad substituyéndolo por el de una mera probabilidad estadística en el curso de los fenómenos, no hay que tomar en serio los ataques dirigidos contra la psicología individual por negar la causalidad en la esfera del acontecer anímico. Incluso el profano podrá darse cuenta de que las innumerables equivocaciones pueden ser comprensibles como tales, pero no explicables desde un punto de vista causal.
Ahora bien, al abandonar con plena justicia el terreno de la seguridad absoluta en el que tantos psicólogos se mueven, nos quedará una sola medida para aplicar al hombre: su comportamiento frente a los problemas ineludiblemente humanos.
Tres problemas se le plantean a todo ser humano: la actitud frente al prójimo, la profesión y el amor. Estos tres problemas, íntimamente entrelazados a través del primero, no son ni mucho menos casuales, sino que forman parte del destino inexorable del hombre. Son consecuencia de la correlación del individuo con la sociedad humana, con los factores cósmicos y con el sexo opuesto. De su solución depende el destino y el bienestar de la Humanidad. El hombre forma parte de un todo. Y su valor depende incluso de la solución individual de estas cuestiones, comparables con un problema matemático que necesita ser resuelto. Cuanto más grande es el error, tanto mayores son las complicaciones que acechan a aquel que sigue un estilo de vida equivocado, las cuales sólo faltan aparentemente, mientras la solidez del sentimiento de comunidad del individuo no se pone a prueba. El factor exógeno, la inminencia de una tarea que exige cooperación y solidaridad, es siempre lo que desencadena el síntoma de insuficiencia, la difícil educabilidad, la neurosis y la neuropsicosis, el suicidio, la delincuencia, las toxicomanías y las perversiones sexuales.
Una vez descubierta la incapacidad de convivencia, se nos plantea un nuevo problema, no ya de interés meramente académico, sino de capital importancia para la curación del individuo, a saber: ¿cuándo y cómo quedó interceptado el desarrollo del sentimiento de comunidad? En la búsqueda de antecedentes oportunos tropezaremos con la época de la más tierna infancia y con aquellas situaciones que, según nos dicta la experiencia, pueden perturbar el normal desarrollo. Pero estas situaciones siempre coincidirán con la reacción inadecuada del niño. Al examinar más de cerca estas circunstancias, descubriremos, ora que una intervención justa fue contestada erróneamente, ora que una intervención equivocada fue contestada de la misma manera equivocada, ora -y este caso es mucho menos frecuente- que una intervención equivocada fue contestada bien y normalmente. Descubriremos asimismo que, una vez emprendida, el niño ha mantenido la misma dirección {orientada hacia la superación), sin que contrarias experiencias le hayan desviado de su camino. Educar (en toda la extensión de la palabra) equivale no sólo a ejercer influencias favorables, sino también a examinar cómo se sirve de estas influencias la potencia creadora del niño, para facilitarle un camino de enmienda en el caso de un desenvolvimiento equivocado. Este camino exige en toda circunstancia el incremento del espíritu de colaboración y del interés por los demás.
Una vez haya encontrado el niño su ley de movimiento, en la cual será preciso observar el ritmo, el temperamento, la actividad y, ante todo, el grado de sentimiento de comunidad -fenómenos todos que, a menudo, ya pueden ser reconocidos en el segundo año y en todos los casos en el quinto -entonces todas sus restantes facultades quedarán ligadas, en su naturaleza peculiar, a dicha ley de movimiento. En el presente iibro nos proponemos dilucidar principalmente, la apercepción que el hombre tiene de sí mismo y del mundo que le rodea. En otras palabras: nos proponemos dilucidar la opinión que de sí mismo y del mundo se ha formado, por lo pronto, el niño, y la que -siguiendo la misma dirección- se forma el adulto. Mas esta opinión no nos la dará el examinado ni con sus palabras ni con sus pensamientos. Las palabras y los pensamientos están bajo el dominio de la ley de movimiento, que tiende siempre hacia la superación. Y ni aun en el caso de que el individuo se juzgue a sí mismo, deja de aspirar subrepticamente al encumbramiento. Mayor importancia tiene el hecho de que la forma total de vida -llamada por mí estilo de vida -sea elaborada por el niño en un momento en que todavía no posee un idioma adecuado ni unos conocimientos suficientes. Al seguir creciendo, fiel a este sentido, se desarrolla el niño según la dirección de un movimiento que escapa a la formulación verbal y que, por esta causa, es inatacable por la crítica y se substrae incluso a la crítica de la experiencia.
No se puede hablar aqui de un inconsciente formado mediante la represión, sino antes bien, de algo incomprendido, de algo que ha escapado a nuestra comprensión. Pero todo hombre habla un idioma perfectamente comprensible para el iniciado, con su propio estilo de vida y con su actitud frente a los problemas vitales, que no pueden resolverse sin sentimiento de comunidad.
Por lo que se refiere a la opinión que el individuo tiene de sí mismo y del mundo exterior, el mejor medio de inferirla será partir del sentido que descubre en la vida y del que da a la suya propia. Evidentemente, es aquí donde mejor puede traslucirse una posible disonancia con un sentimiento de comunidad ideal, con la convivencia, con la colaboración y con la solidaridad humanas.
Ahora podemos comprender ya la importancia de aprender algo acerca del sentido de la vida y acerca de lo que los individuos interpretan por tal. Si existe un conocimiento, siquiera parcialmente aceptable, del sentido que nuestra vida pueda tener, fuera de nuestras experiencias empíricas, claro es que quedará refutada la posición de aquellos que están en manifiesta contradicción con él.
Como se ve, el autor no aspira más que a un resultado parcial e inicial, confirmado de sobras por su propia experiencia. Se entrega a esta tarea con tanto mayor gusto cuanto que le seduce la esperanza de que un conocimiento relativamente claro del sentido de la vida no sólo servirá de programa científico para ulteriores investigaciones, sino que también contribuirá a que aumente considerablemente el número de aquellos que, al familiarizarse con dicho sentido, se lleguen a identificar con él.

(1) En alemán Einfühlung. Otros traductores suelen verter este término por introyección o proyección sentimental. (N. del T.)


CAPÍTULO I

NUESTRA OPINIÓN ACERCA DE NOSOTROS MISMOS Y DEL MUNDO
Acuerdo entre la opinión y la conducta. El error de la generalización prematura. El plan de vida que antecede a la aparición del lenguaje. Analogía entre conducta animal y neurótica. Desconocimiento del propio estilo de vida. Psicologías de la posesión y del uso. Valor limitado de las reglas. La opinión del niño mimado y la del niño poco amado. Graves consecuencias de la opinión errónea. Resistencia de la opinión neurótica a los shocks anímicos.
No cabe, a mi entender, la menor duda de que toda persona se conduce en la vida como si poseyera una opinión determinada sobre sus propias energías y facultades, como si, al emprender una acción cualquiera, tuviese una idea clara de las facilidades o dificultades que dicha acción podrá ofrecerle. En una palabra que su conducta nace de su opinión. Esto no debe sorprendernos, puesto que a través de nuestros sentidos no logramos captar los hechos del mundo circundante, sino una representación muy subjetiva, un lejano reflejo. Omnia ad opinionem suspensa sunt. Esta frase de Séneca debiera tenerse presente en toda investigación psicológica. Nuestra opinión sobre los hechos importantes y trascendentales de la existencia depende de nuestro estilo de vida. Sólo al chocar directamente con hechos susceptibles de contradecir la opinión que de ellos nos habíamos formado, nos mostramos dispuestos a corregir, siquiera sea parcialmente, nuestro parecer. Nos dejamos influir en estos casos por la ley de la causalidad, sin modificar notablemente la opinión general que nos hemos formado respecto de la vida. De hecho, la reacción experimentada por nosotros frente a una serpiente que nos saliese al paso sería en absoluto idéntica tanto si se tratase de una serpiente venenosa como si sólo la creyésemos tal.
El niño mimado, al dejarle su madre solo en casa, se comporta en su angustia del mismo modo tanto si se halla frente a ladrones verdaderos como si sólo teme encontrarse con ellos. En todo caso, perseverará en su opinión fundamental de que no puede prescindir de la presencia de la madre, aun cuando los hechos demuestren lo infundado de su miedo. Una persona que, padeciendo agorafobia, evita salir a la calle, porque tiene el sentimiento y la opinión de que el suelo tiembla bajo sus pies, no se conduciría de otra manera, teniendo buena salud, si el suelo temblara realmente a su paso. El atracador a quien repugna el trabajo útil porque, no preparado para la colaboración social, considera erróneamente más fácil el robo, demostraría la misma repugnancia por el trabajo si éste fuese realmente más fácil que el crimen. El suicida parece convencido de que la muerte es preferible a la vida que ya no le brinda, a su modo de ver, ninguna esperanza; de manera semejante actuaría si la vida estuviera verdaderamente desprovista de toda esperanza. El toxicómano halla en el tóxico un alivio que él estima en más que la honrosa solución de sus problemas vitales. No observaría otra conducta si ello fuese realmente así. Al homosexual no le atraen las mujeres, a las cuales teme, mientras que le seduce el hombre, cuya conquista se le antoja un triunfo. Todos parten de una opinión que, si fuera exacta, haría aparecer su conducta como la verdaderamente adecuada a las circunstancias.
Examinemos el caso siguiente. Un abogado de treinta y seis años perdió todo gusto por su profesión. No alcanzaba éxito alguno, y atribuía su fracaso al hecho de producir mal efecto a los pocos clientes que le visitaban. Siempre le había costado mucho abrir su alma a los demás y se mostraba habitualmente tímido, particularmente ante las muchachas. Su matrimonio, que llegó a contraer tras largas vacilaciones y casi a su pesar, terminó, transcurrido un año, con el divorcio. Ahora vive retraído por completo del mundo, junto a sus padres, que deben atenderle en casi todas sus necesidades.
Es hijo único y había sido mimado de un modo increíble por su madre, que constantemente se ocupaba de él. Esta señora consiguió persuadir a su padre, y al mismo hijo en su infancia, de que éste llegaría a ser algún día un hombre sobresaliente. El niño fue creciendo con esta esperanza, que pareció confirmada, al principio, por sus brillantes éxitos escolares. La masturbación se inició en él muy precozmente, como suele acontecer en los niños mimados incapaces de renunciar a ningún deseo. El vicio llegó a apoderarse tanto de él, que le convirtió muy pronto en blanco de las burlas de sus condiscípulas y amigas. Esto fue causa de que se apartara por completo de ellas, entregándose en su aislamiento a triunfales fantasías sobre el amor y sobre el matrimonio. La única persona por la cual sentía atracción era su madre, a quien llegó a dominar completamente, y a la que incluso hizo objeto, durante mucho ticmpo, de sus fantasias sexuales.
En este caso se confirma con bastante elocuencia que el pretendido complejo de Edipo no es un fenómeno básico, sino más bien un pésimo producto artificial del excesivo mimo de la madre y que se pone más de manifiesto cuando el niño o muchacho se siente, en su extraordinaria vanidad, burlado por las chicas y carece de suficiente sociabilidad para buscarse otras relaciones. Poco antes del término de sus estudios y ante la necesidad casi apremiante de tener que ganarse la vida, enfermó nuestro joven de melancolía, es decir, se batió una vez más en retirada. Había sido siempre un niño miedoso, como lo son todos los niños mimados; rehuía el trato con personas extrañas y, más tarde, incluso con sus propios compañeros de uno y otro sexo. Ahora rehuía también su profesión, actitud que, en forma un tanto moderada, ha persistido hasta la actualidad.
Me limitaré a estos datos principales, pasando por alto los numerosos acordes de acompañamiento: los motivos, los pretextos y las excusas, y todos los demás sintomas morbosos con que trataba de asegurar su retirada. Una cosa es patente: que tal individuo nunca había cambiado su estilo de vida. En todo quería ser el primero y siempre se batía en retirada, en cuanto se le antojaba dudoso el éxito. Para sintetizarla en una sola frase, podríamos formular como sigue su opinión sobre la vida (tal como la adivinamos nosotros, pues él no hubiera llegado nunca a tener conciencia de ella): Puesto que el mundo se opone a mi triunfo, me retiro. Es innegable que como persona que ve su propia perfección en el triunfo sobre los demás, ha obrado correcta e inteligentemente. En la ley de vida que se había impuesto a sí mismo, no encontramos lo que se llama razón o sentido común, y sí, en cambio, lo que nosotros denominamos inteligencia privada. Una persona a la que la vida hubiera realmente negado todo valor, difícilmente podría actuar de otra manera.
Muy parecido, aunque con otra forma de expresión y una tendencia menos pronunciada hacia el aislamiento, es el caso siguiente: Un individuo de unos veintiséis años había crecido junto a dos hermanos por quienes la madre parecía mostrar más preferencia. Nuestro hombre seguía con celosa atención los notables éxitos de su hermano mayor, no tardando en adoptar una actitud crítica frente a la madre y en buscar un apoyo en el padre. (Tal orientación representa siempre una segunda fase en la vida de un niño). Su aversión a la madre se hizo pronto extensiva a todo el sexo femenino, y ello debido a las insoportables costumbres de la abuela y de la nana. Su ambición de dominar sobre otros hombres y de no ser dominado por ninguna mujer, creció de un modo extraordinario. Trató, por todos los medios, de atajar la superioridad de su hermano. Como éste le excedía en fuerza física, en la gimnasia y en la caza, llegó a detestar los ejercicios corporales, que excluyó por completo de la esfera de sus actividades, exactamente de la misma manera como había empezado por excluir a las mujeres. No le atraían sino aquellas actividades que le proporcionaban una sensación de triunfo. Durante cierto tiempo amó y admiró a una muchacha, pero sólo a distancia, lo que sin duda no fue del agrado de ésta, que acabó por otorgar sus favores a otro pretendiente. El hecho de que su hermano mayor viviera dichoso en su matrimonio, le llenó de temor de no llegar a ser nunca tan feliz y de desempeñar un papel inferior a los ojos del mundo, análogamente a lo que le había ocurrido con su madre durante la infancia. Un solo ejemplo bastará para demostrar cuánto ansiaba disputar a su hermano el primer puesto. Cierto día su hermano trajo a casa, al regreso de una cacería, una valiosa piel de zorro de la que mostróse muy ufano; pues bien, nuestro amigo cortó a escondidas la blanca punta de la cola para malograr así el triunfo del otro. Sus impulsos sexuales se encaminaron forzosamente en el único sentido que aún le era viable después de excluir de su vida a las mujeres; su actividad relativamente intensa dentro de un reducido marco de posibilidades le llevó inevitablemente al homosexualismo. No era difícil descifrar su opinión del sentido de la vida: Para mí, vivir quiere decir que, en todo cuanto emprenda, he de ser el primero. Para lograr esta pretendida superioridad iba excluyendo de su vida todas aquellas actividades cuya realización triunfal no le parecía de antemano segura. El descubrimiento de que, en sus relaciones homosexuales, también el otro se atribuía la victoria fundándola en su mágico poder de atracción, fue el primer amargo descubrimiento que efectuó en el curso de nuestras conversaciones.
También en este caso se puede afirmar que la inteligencia privada ha funcionado de modo impecable y que la mayoría de los seres humanos seguiría parecidos rumbos si, en general, las mujeres rechazaran realmente a los hombres. La gran inclinación a generalizar constituye, de hecho, un error básico, extraordinariamente frecuente en la estructuración del estilo de vida.
El plan de vida y la opinión se complementan mutuamente. Uno y otro arraigan en un período de la vida en que, si bien el niño es aún incapaz de formular en palabras y conceptos claros las conclusiones que extrae de sus vivencias, no lo es para empezar a desarrollar formas más generales de conducta partiendo de conclusiones informuladas, de vivencias a menudo triviales o de inexpresadas experiencias intensamente emocionales. Estas conclusiones generales y sus correspondientes tendencias, aunque formadas en un período en que el niño carece de palabras y conceptos, no dejan de ejercer una activa influencia sobre los ulteriores periodos de la vida, cuando el sentido común interviene ya más o menos correctivamente a fin de evitar que el adulto se apoye demasiado en reglas, frases y principios. Como más adelante veremos, la emancipación de estos exagerados intentos de apoyo y de afianzamiento -expresiones de una intensa sensación de inseguridad e insuficiencia- se debe al sentido común, secundado por el sentimiento de comunidad (Gemeinschaftsgefühl). La observación siguiente (que puede hacerse con frecuencia) nos demostrará que incluso en los animales podemos encontrar el mismo desenvolvimiento defectuoso. Un perro joven fue enseñado a seguir a su amo por la calle. Estaba ya bastante adiestrado en este cometido cuando un día se abalanzó contra un automóvil en marcha y fue arrojado a un lado sin sufrir daño alguno. Esto constituyó seguramente una experiencia excepcional, frente a la cual el perro no disponía de ninguna respuesta instintiva. Resulta difícil hablar de un reflejo condicionado para explicar el hecho de que el perro en cuestión continuase haciendo progresos en su adiestramiento, pero evitando a toda costa el lugar en que el accidente se había producido. No tenía miedo a la calle, ni a los vehículos, sino al lugar del accidente, y así llegó a una conclusión general parecida a la que en algunos casos establecen ciertos seres humanos: El responsable del accidente es el lugar y no el propio descuido o inexperiencia. Y, en tal lugar, siempre amenaza algún peligro.
Tanto el perro como las personas que proceden de manera análoga perseveran en su opinión, porque, con esto, consiguen por lo menos una cosa: no volver a sufrir daño ni perjuicio en aquel lugar. Muy a menudo en la neurosis hallamos figuraciones semejantes, mediante las cuales intenta el hombre protegerse contra una posible derrota o contra una disminución de su sentimiento de personalidad, aceptando y explotando un síntoma -físico o psíquico- originado por su excitación emocional ante un problema que, equivocadamente, ha juzgado insoluble. Con esto se justifica para poder batirse en retirada.
Es evidente que lo que en nosotros influye no son los hechos concretos, sino tan sólo nuestra opinión sobre ellos. Nuestra mayor o menor seguridad de que nuestras opiniones corresponden a los hechos reales, radica por completo y más aún en los niños inexpertos o en los adultos asociales- en la propia experiencia, siempre insuficiente, así como en la falta de contradicción entre nuestras opiniones y en el resultado de las acciones que de ellas se derivan. Es fácil comprender que estas opiniones son frecuentemente insuficientes, sea porque el sector de nuestra actividad resulta limitado, sea porque los pequeños errores y contradicciones suelen ser eliminados sin esfuerzo y hasta con el auxilio de nuevas faltas que remedian mejor o peor las anteriores, todo lo cual contribuye a mantener, de un modo permanente, el emprendido plan de vida. Únicamente los fracasos mayores obligan a reflexionar con mayor agudeza. Pero esto sólo da resultados positivos en aquellas personas que, sin objetivos fijos de superioridad, aspiran a resolver los problemas de la vida en fraternal comunidad con los demás hombres.
Así llegamos a la conclusión de que cada individuo tiene su opinión acerca de sí mismo y acerca de las tareas de la vida; de que obedece a un plan de vida y a una determinada ley de movimiento, sin que él mismo se dé cuenta de ello. Esta ley de movimiento se origina en el ámbito limitadísimo de la niñez y se desenvuelve dentro de un margen de elección relativamente amplio mediante la libre disposición -no limitada por ninguna acción matemáticamente formulable- de las energías congénitas y de las impresiones del mundo circundante. La orientación y explotación de los instintos, impulsos e impresiones del mundo circundante y de la educación es la obra de arte del niño, que no ha de ser interpretada desde el punto de vista de una psicología de posesión (Besitzpsychologie), sino de una psicología de uso o de utilización (Gebrauchspsychologie). El hallazgo de tipos, analogías y coincidencias es, por lo general, o un producto de la pobreza del idioma humano -incapaz de expresar fácilmente las diferencias de matiz que siempre existen-, o el resultado de una probabilidad estadística. Su aparición no debe en ningún caso servir de pretexto para establecer reglas que nunca pueden proporcionarnos la comprensión del caso concreto, sino a lo sumo proyectar cierta luz en el campo dentro del cual es preciso encontrar el caso concreto en su individualidad. La comprobación de un sentimiento de inferioridad muy acusado, por ejemplo, no nos dice aún nada acerca de la índole y de las características de un caso concreto, ni mucho menos nos indica la más minima deficiencia en la educación recibida o en las relaciones sociales. En la conducta del individuo frente al mundo que le rodea, se presentan siempre en forma distinta, como fruto de la conjunción entre la fuerza creadora del niño y la opinión que de ella depende, siempre distinta en el plano individual.
Unos cuantos ejemplos esquemáticos servirán para aclarar lo que llevamos dicho. Un niño que sufra desde su nacimiento molestias gastrointestinales -a causa, por ejemplo, de una minusvalía congética del aparato digestivo- y que, sin embargo, no recibe la alimentación adecuada -lo que quizá no pueda lograrse nunca con una perfección ideal-, fácilmente sentirá un especial interés por la alimentación y por todo cuanto esté relacionado con ella (véase Alfred Adler, Studie über Minderwertigkeit der Organe und ihre seelische Kompensation, Estudio sobre las minusvalías orgánicas y su compensación psíquica). Su opinión acerca de sí mismo y acerca de la vida está, por consiguiente, más íntimamente ligada con el interés por la alimentación, combinado, más tarde, con el interés por el dinero, una vez reconocida la relación entre ambas cosas, lo cual, como es lógico, debe ser estrictamente comprobado en cada caso particular.
Un niño a quien la madre haya evitado todo esfuerzo desde los comienzos de su vida, esto es, un niño mimado, muy raras veces se mostrará dispuesto a poner sus cosas en orden por sí solo. Y esto, con otros síntomas paralelos, nos autoriza a decir que el niño en cuestión vive en la opinión de que todo deben hacerlo los demás. En este caso, como en los demás que seguiremos enumerando, no puede ser emitido un juicio certero sino tras muy amplias comprobaciones. En el niño a quien se facilite desde su tierna infancia, ocasión para imponer su voluntad a sus padres, no será difícil adivinar el propósito de querer dominar siempre en la vida a todos los demás. Mas esta opinión, a tropezar, como suele ocurrir, con experiencias opuestas en el mundo exterior, dará lugar a que el niño acuse una actitud vacilante frente al medio ambiente (véase Alfred Adler, Praxis und Theorie der Individualpsychologie, Teoría y práctica de la Psicología Individual, Bergmann, Munich, 4a. edic.) y a que circunscriba todos sus deseos -a veces incluso sexuales -al recinto de su propia familia, sin llevar a cabo la oportuna corrección en el sentido del sentimiento de comunidad. Un niño que, desde sus primeros años, sea educado en un amplio espíritu de colaboración y en la medida de su capacidad, intentará la solución de todos los problemas de la vida de acuerdo con su opinión acerca de la verdadera vida social -siempre que no se halle en presencia de tareas sobrehumanas (1).
Así podrá ocurrir que una niña cuyo padre sea injusto y descuide a su familia, forme la opinión de que todos los hombres son iguales, sobre todo si se añaden a las vivencias habidas con el padre otras análogas, experimentadas en el trato con un hermano, con parientes, vecinos o, sencillamente, en la lectura de novelas. Otras experiencias de orden contrario apenas tienen ya importancia, si la primera opinión tiene cierto arraigo. Si a un hermano se le destina a estudios superiores o a una carrera importante, este solo hecho podrá conducir a la opinión de que las niñas son incapaces de recibir una cultura superior, o de que son excluidas de participar en ella. Si uno de los niños de una familia se siente postergado o desatendido, esto puede conducirle a una intimidación cada vez mayor, como si quisiera decir con su actitud: Está visto que siempre tendré que ser el último. Pero puede ocurrir, asimismo, que caiga en una enfermiza ambición que le empuje irresistiblemente a superar a los demás y a no permitir que nadie sobresalga. Una madre que mime con exceso a su hijo puede dar lugar a que él se forme la opinión de que para convertirse en personaje principal le bastará sólo con quererlo, sin necesidad de obrar en consecuencia. Si, en cambio, la actitud de la madre frente al niño es de constante censura y de inmotivadas reprimendas, quizá acompañadas de la preferencia por otro hijo, el niño en cuestión mirará más tarde con desconfianza a todas las mujeres, lo cual puede tener innumerables repercusiones. Si un niño es víctima de numerosos accidentes o enfermedades, puede ocurrir que desarrolle, sobre la base de tales vivencias, la opinión de que el mundo está poblado de peligros y que se conduzca de acuerdo con ella. Lo mismo puede suceder, aunque con matices diferentes, si la tradición familiar impone al niño una actitud de desconfianza y de miedo frente al mundo.
Es evidente que estas mil diversas opiniones pueden estar en flagrante contradicción con la realidad y con sus exigencias sociales. La opinión equivocada de una persona acerca de sí misma y de las exigencias de la vida, tropezará más tarde o más temprano con la insoslayable realidad, que exige soluciones que estén en armonía con el sentimiento de comunidad. Los efectos de un choque tal pueden ser comparables a los de un shock nervioso. Mas no por ello quedará desvanecida o corregida la opinión del equivocado reconociendo que su estilo de vida no resiste suficientemente a las exigencias del factor exógeno. La tendencia hacia la superioridad personal sigue imperturbablemente su camino y no le queda al individuo más recurso que limitarse a un área más pequeña, excluir de su existencia el peligro que amenaza con hacer fracasar su estilo de vida y abandonar esa tarea para cuya solución no halla en su ley de movimiento la necesaria preparación. Pero, en cambio, el efecto del shock se manifiesta lo mismo en lo psíquico que en lo corporal. Desvaloriza los últimos restos del sentimiento de comunidad y engendra en la vida todo ese imaginable género de fracasos que derivan de las continuas retiradas a que el shock obliga al individuo -como ocurre siempre en las neurosis-. Si todavía queda en él un asomo de actividad, que en ningún modo significa arrojo, hará que se deslice por senderos antisociales. Con todo, es evidente que la opinión constituye la base de la idea que el hombre se forma del mundo y determina su pensar, su querer, su obra y su sentir.

(1) El hecho de que incluso personas a quienes vimos estudiar durante largos años nuestra Psicologla individual opinen que estas comunidades deben ser concebidas como actuales, en lugar de hacerlo subspecie aeternitatis, demuestra que el nivel de nuestro sistema psicológico es para ellas demasiado elevado.

Si deseas la obra completa, escribe a cokyra@gmail.com y sera enviada por correo.
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